sábado, 16 de enero de 2010

Cómo duele Haití

Historia difícil y paradójica, la de Haití. Este país cuenta, en su magro haber, con el hecho de haber sido el segundo país de toda América en independizarse, después de Estados Unidos. Hasta antes del primer día de enero del año 1804 fueron una colonia francesa, de quienes conservan su actual idioma.

La independencia, por cierto, no fue comandada por un blanco descendiente de europeos como en la mayoría de los países americanos, sino por un tal Toussaint Loverture, un negro esclavo descendiente de esclavos devenido en líder revolucionario. Batalló contra franceses, ingleses y españoles durante 11 años para llevar a cabo su sueño libertario. Pero, por supuesto, no se la llevó de arriba: Toussaint nunca pudo ver libre a Saint Domingue (tal el nombre que tenía Haití por aquél entonces), ya que fue engañado por los franceses, tomado prisionero y llevado a Francia, donde lo abandonaron en una prisión para que finalmente muera de frío, hacia mediados de 1802. La tarea revolucionaria fue culminada por Jean Jacques Dessalines, quien declaró la independencia el 1 de enero de 1804 y dio nombre a la flamante república.

Otro de sus méritos es ser el primer país en el cual se abolió la esclavitud, a pesar de que, según lo que dicen las enciclopedias y los libros de historia, los primeros en abolirla hayan sido otros: algunos dicen que fue el Reino Unido, otros que Dinamarca y otros que Portugal. Este último, si bien fue el primero en proclamar formalmente el fin de la esclavitud en 1761, siguió permitiendo que existan esclavos en sus colonias americanas por varias décadas más. Pero lo cierto es que Haití fue el primero en eliminarla realmente, en 1794. En concreto, los haitianos fueron los primeros en llevar a la práctica, a fuerza de sangre y dignidad, el abolicionismo que otros países predicaban.

En el debe de su historia está todo el resto de los acontecimientos.

De las etnias originarias de la isla (arawak, taínos y caribes) no queda nada: el 95% de la población es descendiente de africanos, y el restante 5% de europeos.

Luego de declarada la independencia, Francia convenció al resto de Europa de que ningún país debía comerciar con Haití, haciéndoles pagar así por su osadía. Si no se pudo con ellos con el yugo militar, entonces debía caerles encima el yugo económico para condenarlos a la miseria de una vez y para siempre. Para colmo de males, Francia le impuso a Haití el pago de una multimillonaria indemnización, la cual les llevó prácticamente un siglo y medio pagar.

A esto le siguió la ocupación estadounidense por casi 20 años, desde 1915 hasta 1934. La excusa era que la raza negra era incapaz de gobernar, debido a "su tendencia inherente a la vida salvaje y su incapacidad física de civilización", según Robert Lansing, secretario de estado norteamericano en aquél entonces. Luego, a lo largo del resto del siglo XX, se fueron sucediendo varios dictadores, títeres de los intereses norteamericanos, que gobernaron la isla con mano de hierro.

Cuando finalmente, en 1991, le es concedido por primera vez en su historia al pueblo haitiano el derecho de elegir a su presidente por medio del voto popular, éste elige a Jean-Bertrand Aristide, un ex sacerdote afín a la Teología de la liberación. Éste había dicho en 1988 que "el imperialismo americano ha sustentado al gobierno de Haití. Las elecciones no son la salida, las elecciones son un modo de aquellos en el poder para controlar al pueblo. La solución es la revolución, primero en el espíritu del Evangelio; Jesús no podía aceptar que el pueblo pase hambre. Es un conflicto entre clases, entre ricos y pobres. Mi trabajo es de predicar y organizar...". Alguien con un pensamiento tan peligroso no podía durar mucho: ese mismo año fue derrocado por un nuevo golpe de estado. Nada había cambiado demasiado, de todas formas; los haitianos no conocían otra cosa que golpes de estado y dictadores.

Aristide volvería a gobernar Haití en dos ocasiones más: para terminar su mandato, desde 1994 hasta 1996, y al ser nuevamente elegido en el 2001, para ser nuevamente depuesto en el 2004. Hoy está exiliado en Sudáfrica. Actualmente, un tal René Préval ocupa el cargo de presidente.

La actualidad de Haití no es menos trágica que su historia. Este país es el más pobre de toda América y uno de los más pobres del mundo (está en el puesto 146 de 177 países en el Índice de Desarrollo Humano), el 80% de su gente vive en la pobreza (el promedio anual de ingresos es de 560 dólares por persona), casi el 50% de la población es analfabeta, la esperanza de vida es de 51 años promedio, la mortalidad infantil tiene la escalofriante cifra de 76 fallecidos por cada 1000 nacimientos, y el 2,2% de quienes tienen entre 15 y 49 años de edad están infectados de HIV (unos 300000 hasta el año 2001).

El terremoto del 12 de enero pareciera ser la última calamidad que les quedaba por padecer. Es como si a la indiferencia de las grandes potencias y del mundo, al saqueo capitalista, al racismo, al Sida, a la miseria, al hambre y a la violencia cotidiana se le hubiese sumado la última victimaria que le faltaba tener a este pueblo de sufrimiento sin fin: la Madre Naturaleza.

Los últimos números hablan de 140000 muertos. Ahora ¿Qué idea podemos llegar a tener sobre cuántos son 140000 muertos? Me remito a Albert Camus, en La Peste:

"Pero ¿qué son cien millones de muertos? Cuando se ha hecho la guerra apenas sabe ya nadie lo que es un muerto. Y además un hombre muerto solamente tiene peso cuando le ha visto uno muerto; cien millones de cadáveres, sembrados a través de la historia, no son más que humo en la imaginación. El doctor recordaba la peste de Constantinopla, que según Procopio había hecho diez mil víctimas en un día. Diez mil muertos hacen cinco veces el público de un gran cine. Esto es lo que hay que hacer. Reunir a las gentes a la salida de cinco cines, conducirlas a una playa de la ciudad y hacerlas morir en montón para ver las cosas claras."

A las atroces escenas que nos llegan día a día debemos multiplicarlas mentalmente por 140000. Y en cada una de esas víctimas, imaginar una historia, un camino, una tragedia; un dolor infinito, punzante, desgarrador. Pero ni aún así tendremos nosotros, que estamos tan lejos y tan a salvo en nuestros hogares, una remotísima semblanza de lo que significa caminar hoy día por las calles ruinosas de Puerto Príncipe.

Ironía del destino, en "La Dessalinienne", el himno nacional haitiano compuesto en honor a quien declaró la independencia, se repite varias veces la línea "Mourir est beau, mourir est beau" (morir es bello, morir es bello). Pero para los haitianos la muerte no es algo bello, ni heroico, ni épico ni nada que pueda inspirar semejante frase en un himno. La muerte, ese fenómeno que desde siempre les fue cotidiano, ahora ha trocado en algo bestial, cruento, exagerado, casi diabólico.

Francia propuso, en el día de ayer, que se le condone la deuda externa a Haití, que asciende actualmente a 1.885 millones de dólares. Una cifra que para países como el nuestro, Brasil o Venezuela significaría poco, pero que resulta impagable para esta empobrecida nación caribeña. De concretarse, sería sólamente el primer paso de una larga serie de reivindicaciones que el mundo le debe a esta pequeña isla. Es al menos una señal alentadora que sea Francia, justamente, quien lo proponga.

miércoles, 13 de enero de 2010

El conflicto con Redrado en el contexto latinoamericano

No tenemos que perder de vista, a la hora de evaluar el entuerto entre el gobierno nacional y Martín Redrado, Clarín y la oposición, el contexto latinoamericano. Es sabido que el conflicto en Honduras inauguró lo que luego dio en llamarse "hondurazos", es decir, los "golpes democráticos" o "institucionales", en los cuales el imperio, al no poder echar mano a los golpes de estado convencionales como lo hizo durante los '60 y '70, pergeñó esta nueva modalidad, en la cual se utiliza a la siempre dispuesta oligarquía local (eterna aliada de los intereses imperialistas, sea del país que sea) y a sus vasallos (mediáticos, políticos y del ámbito judicial) para provocar "crisis institucionales" en base a medidas tomadas por el gobierno que no ameritan tal grado de conflictividad, como fue el caso de Mel Zelaya y la "cuarta urna" y como lo es la creación del Fondo Bicentenario actualmente.
Digo que no tenemos que perder de vista el contexto latinoamericano, ya que la actual coyuntura da sobradas señales de que el año en el que acabamos de entrar va a ser pródigo en conflictos similares en varios de los países del resto del continente (con la excepción, por supuesto, de EEUU, Canadá y los países cuyos gobiernos son serviles a la Casa Blanca, como por ejemplo Perú, Colombia, México, Panamá, Costa Rica y muy posiblemente Chile, ya que todo indica que Piñera, el "Macri chileno" como se dijo por ahí, ganará el ballotage que se celebrará este próximo domingo en el hermano país).
No hay que olvidar que tenemos, como antecedentes, los repetidos intentos golpistas en Venezuela y Bolivia en lo que va desde el inicio de este siglo a esta parte, ambos probadamente apoyados y financiados por Washington.
Pero en lo que a "golpes institucionales" respecta, y luego del caso de Honduras, tenemos actualmente el conflicto en Paraguay, donde el Partido Colorado, hoy oposición al gobierno, intenta impulsar un juicio político para destituir al presidente Fernando Lugo, contando con la inestimable ayuda del diario derechista ABC. Los congresistas que promueven el juicio político, casualmente, avalan el golpe de estado en Honduras.
Rafael Correa, presidente de Ecuador, denunció el sábado 2 de enero a través de su programa de radio y televisión que hay en marcha una conspiración "al estilo Honduras" para desestabilizar su gestión, por parte de ciertos grupos dentro del ejército, apoyados por grupos financieros de la derecha norteamericana y ecuatoriana.
Se puede también, si se quiere, incluír en esta lista la bizarra situación que ocurrió en Guatemala en mayo del año pasado, en la cual el presidente progresista Álvaro Colom fue implicado como potencial responsable de la muerte del abogado Rodrigo Rosenberg en un video que éste grabó, y quien fue efectivamente asesinado poco después. Las investigaciones revelaron que fue todo preparado por el mismo Rosenberg para desestabilizar al gobierno, por muy retorcido que ésto parezca.
Volviendo al caso de nuestro país, podemos notar que hay varios elementos que indican que estamos ante una situación similar a la que están sufriendo los gobiernos de los países arriba mencionados.
En primer lugar, la forma persistente en que Clarín y La Nación caratulan el conflicto del gobierno con Redrado como una "crisis institucional", insistiendo incluso con la idea de que éste sería similar en gravedad a la crisis con los ruralistas del 2008. El claro objetivo de ésto es sobredimensionar el conflicto y dar la sensación de que el gobierno habría entrado en una especie crisis terminal que podría poner en peligro su continuidad.
Segundo, el rol que tomó la jueza Sarmiento en este conflicto, poniendo todos los palos en la rueda que están a su disposición poner con respecto a los dos DNUs (el de la creación del Fondo Bicentenario y el de la expulsión de Redrado) relacionados a este caso.
Tercero, la acusación que hace Aníbal Fernández a Redrado de haber mantenido reuniones con cuatro periodistas que trabajan para el diario Clarín, previas al conflicto, hecho que no fue desmentido por el presidente del BCRA.
Y por último, y quizá como dato más significativo, varios dirigentes de la oposición (Cobos a la cabeza) junto con el estudio de abogados que "defiende a la Argentina en todas las causas contra el default", como reza una nota de Clarín del jueves 7 de enero, se encargaron de advertir durante estos últimos días sobre el riesgo de que el dinero destinado al Fondo bicentenario sea embargado por los denominados "fondos buitre". Oh casualidad, el juez norteamericano Thomas Griesa embargó ayer u$s 1700000 que el BCRA tenía en una cuenta en Nueva York.
Esto último no es para nada menor. Deja en claro que esta movida político-jurídico-mediático-económica está fogoneada por actores locales claramente articulados con grupos norteamericanos de poder, tal como ha sucedido con los otros conflictos mencionados más arriba. Y, por supuesto, como ha sucedido siempre.
El imperialismo podrá perder el pelo, pero no las mañas.

viernes, 8 de enero de 2010

Las "crisis institucionales" según Clarín

Cuando el diario de Ernestina hace mucho ruido sobre alguna medida que haya tomado el gobierno, es un sano (y necesario) ejercicio buscar en las ediciones anteriores del diario para ver qué es lo que éste publicó ante un suceso similar. Veamos.

El 26 de abril del 2001, De La Rúa echó mediante un DNU (decreto de necesidad de urgencia) a Pedro Pou, presidente del BCRA en aquél entonces, para poner a Roque Maccarone en su lugar. Clarín tituló la noticia de la siguiente manera:

"De la Rúa echó a Pou y asumió Roque Maccarone"

Si uno se deja guiar por el texto de la noticia, entenderá que este suceso fue un hecho político común y corriente, sin signos de "crispación" (palabra muy de moda en estos días) ni de "crisis institucional", amén de que Pou, días después, anunció que "resistiría judicialmente su desplazamiento del Central". Más allá de que a Pou se lo acusaba de lavado de dinero, el diario aclaraba amablemente que "en verdad, Economía quisiera tener en el Banco Central a una persona que escuche más las sugerencias de política monetaria que Cavallo cree más conveniente aplicar en medio de una prolongada recesión económica". La impresión es de un hecho tan simple como remover a un funcionario y poner a otro en su lugar.

Nada de esto ocurre con la noticia que este diario publica sobre el actual entuerto entre Redrado y el gobierno nacional. Desde el vamos, Clarín titula la noticia catastróficamente:



O ahora están exagerando, o lo del 26 de abril del 2001 también fue una "crisis institucional", nada más que se olvidaron de mencionarlo en aquél entonces. Luego, está el uso de la aclaración "por decreto" en el título. Sabido es el hecho de que este tipo de aclaraciones en un título no son inocentes: en este caso, el objetivo es dar la idea de que el gobierno es autoritario, tal como Kirschbaum desliza en su artículo de opinión titulado "El verticalismo acrítico", en el cual encima el autor comete la canallada de decir algo como "el riesgo es un hecho. Pero Kirchner está dispuesto a correrlo" (las negritas las puse yo), insistiendo una vez más con la estúpida cantinela de que es Néstor Kirchner, y no Cristina, quien mueve los hilos del gobierno. Lo mismo hicieron cuando se aprobó en el senado la Ley de Servicios de Comunicación audiovisual:



Ya en el cuerpo de la noticia sobre el despido de Redrado, se leen varias mamarrachadas similares. Al poner "El decreto fue la forma que encontró el Gobierno para ponerle fin a la crisis..." (las negritas las puso Clarín), se refuerza lo que Kirschbaum da a entender en su artículo: el gobierno, en su afán de concretar sus malignas intenciones, hecha mano a cualquier método, con tal de salirse con la suya. Como muestra de esto, nos aclaran que "como ya había ocurrido con la creación del Fondo del Bicentenario, Redrado se enteró por los medios de comunicación del DNU que lo echa del Central" (negritas de Clarín), para demostrar que además, los K son tan siniestros e insensibles que ni siquiera se lo dijeron en la cara.

Luego se habla de la "más que forzada salida de Redrado". ¿Las causas por las que se echó a Pedro Pou y los métodos que se utilizaron no fueron, acaso, bastante similares? Por lo visto, no. Según otro artículo de aquél entonces, titulado "Una decisión en tiempo récord", el despido de Pou fue "una jugada discreta y sorpresiva", "preparada con prolijidad", y se destaca que "no se esperaba un desenlace tan veloz". Más adelante, se detalla que los financistas únicamente exigieron "que se resolviera rápido la destitución para evitar que la demora contribuyera a poner nerviosos a los mercados". Increíble.

Clarín, en otra noticia relacionada, titula:

"El Ciudad aclaró que no adhirió al apoyo al pedido de renuncia que hicieron los bancos públicos"

Y lo hace para no referirse a que ADEBA (Asociación de Bancos Privados de Capital Argentino), "se manifiesta en defensa de la institucionalidad", como se declara en un comunicado que este organismo emitió al respecto de este conflicto, apoyando la decisión de remover a Redrado de su cargo.

Por último (nuevamente, las negritas las puso Clarín): "Por eso la Presidenta convocó de urgencia a todos sus ministros y algunos incluso debieron interrumpir sorpresivamente sus vacaciones". ¡Si será déspota!

Los ataques de Clarín están llegando a cotas demasiado bajas.